Noticia publicada al diari La Vanguardia per la periodista Lorena Ferro el dia 17 de novembre del 2.008.
La confluencia del Passeig Onze de Setembre con la calle Josep Soldevila se ha convertido en una de las zonas más peligrosas para los vecinos.
Los vecinos de Sant Andreu, como los de Sants o del centro de Barcelona, empiezan a estar acostumbrados a convivir con las obras. Llevan años sufriendo las de la L9 y ahora se les han sumado las del AVE. Algo que supone molestias por los ruidos, el polvo, los cortes de calles y que incluso, en ocasiones, implica jugarse el tipo como peatón.
Uno de los puntos negros de este entramado de obras se encuentra en la confluencia del Passeig Onze de Setembre con la calle Josep Soldevila. Y por varios motivos. Uno de los más peligrosos es que en este cruce de calles los vecinos se ven obligados a caminar por la calzada, a un metro escaso de vehículos, autobuses y camiones y sin ningún tipo de separación protectora del tráfico rodado. Conscientes del peligro que entraña el cruce, la Asociación de vecinos de Sant Andreu del Palomar ya ha pedido al distrito que asegure la zona con unas vallas ya que "si pueden pasar los peatones, deben hacerlo en condiciones de seguridad". El distrito desconocía este punto negro y se ha comprometido a visitar la zona 'in situ' con Adif, estudiar el caso y solucionar el problema "en un par de días", según fuentes municipales.
Por aquí pasea a menudo Enrique Sánchez, vecino de la calle Santa Coloma que asegura circular "no con miedo, pero sí con cuidado porque te pueden llevar por delante". Sánchez considera que el problema se podría subsanar colocando unas vallas que separen los coches de los peatones. También José y Christian Castaño, padre e hijo, creen que esta sería una solución fácil para proteger a los vecinos de un paso que no está prohibido. Ellos, vecinos de Onze de setembre, acaban de aparcar el coche cerca y por eso se ven obligados a pasar por aquí si no quieren ir a dar la vuelta "al quinto pino".
Una acera convertida en autopista
Pero no acaban aquí las molestias para los vecinos, ya que una acera se ha convertido en una improvisada autopista para las motos. Y es que en la esquina del lado Llobregat de Onze de setembre, y a causa del corte de circulación, sus vecinos y comerciantes comprueban cada día cómo la acera se ha transformado en una carretera. Las motos, para evitarse dar tanta vuelta, optan por atajar el camino por la acera, como pudo comprobar lavanguardia.es.
Así lo sufre cada día Eloy Miguel que tiene un taller mecánico en esta misma esquina, detrás del cercado de obras, y que además asegura que desde que lo tienen "sitiado" ha perdido "entre un 25 y un 30% de los clientes" ya que las vallas tapan su comercio. Miguel debe entrar los vehículos que repara por el bordillo, lo que le obliga a tener que circular entre peatones. También Ana Jovells, que trabaja en el local contiguo al de Eloy, lamenta los problemas de accesibilidad que les están ocasionando las obras.
A esto, en enero se unirá una nueva obra que los vecinos temen que sea caótica para la zona. Y es que para principios de año Adif tiene previsto empezar a desmontar el puente de la Riera d"Horta que une Sant Andreu con Sant Martí. Unos trabajos que tienen que ver con el trazado del AVE y que implicarán restricciones en el tráfico rodado y a pie. Para minimizar las molestias y fruto de las quejas vecinales, el Ayuntamiento ha acordado convertir, a partir del mismo mes de enero, la calle Sant Martí en una vía de doble sentido. Además, ha asegurado que instalará una pasarela entre los dos extremos de las vías para facilitar el paso de peatones.
También la calle Josep Soldevila convive hace meses con las obras. Su calzada ha pasado de dos a un único carril de circulación por el que, en principio, tan solo deben pasar vecinos y autobuses. Pero a la práctica y cómo denuncian Ana y Rosa, vecinas de la calle Santponç con Josep Soldevila, esto no se cumple. Aseguran que "por aquí pasa todo el mundo" y que aunque entienden la necesidad de hacer obras llevan muchos años aguantándolas y "el ruido es terrible". Agustí Duch vive en la calle Sant Adrià, pasea a diario por Josep Soldevila y lamenta la poca visibilidad de algunos pasos de peatones. También él empieza a estar acostumbrado a las obras. Tanto, que bromea diciendo que "cuando se acaben las echaré de menos".
Lorena Ferro